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Sparring con el millonario

La arena estaba a reventar. Los boletos se habían vendido completamente un mes antes de lo previsto; el espectáculo prometía mucho. Carlos era dueño de uno de los palcos de ese recinto, pero para esa función pagó por boletos de primera fila; valía la pena. Iba con su novia con la que llevaba saliendo apenas 2 meses y con su mejor amigo Tadeo. Tadeo y Carlos boxeaban juntos en una academia, pero ninguno lo hacía profesionalmente, sin embargo ambos eran muy buenos.

Carlos tenía 25 años, media 1.90m y pesaba 80 kg. Era muy fuerte y atlético; había entrenado box desde que tenía 12 años y desde entonces se había preocupado por su alimentación y más tarde por su musculatura. Se parecía al actor de "Saved by the Bell" Mario Lopez. Moreno, de pelo negro pero atractivo. Su nueva novia era guapísima, se parecía mucho a Ariadne Artiles. Ambos juntos parecían una pareja de artistas de televisión.

Tadeo era menos alto que Carlos pero igual de fornido. Era un año menor que Carlos, medía 1.78m y pesaba 75 kg. Era puro músculo. Parecía un joven y super mamado Chris O'Donnel. Tenía un tatuaje de un Yin & Yang formado por una lechuza y un búho en la espalda. Su físico y su actitud llamaban mucho la atención en el gimnasio. Era una persona muy amable y divertida, pero también era muy competitivo.

Cuando llegaron a sentarse a sus lugares Tadeo vio una cara conocida en el lugar justo detrás de ellos. Era un muchacho que asistía a la universidad donde él trabajaba. Se llamaba Nicandro, pero todo mundo le decía Nikky. Él también era aficionado al box y pertenecía al equipo representativo de su universidad. Al lado de él estaba una chica, y otra pareja. Tadeo lo saludó desde que lo reconoció.

"¡Hola Nikky, qué tal! Mira dónde nos venimos a encontrar," le dijo Tadeo extendiendo la mano.

"¿Qué tal, profe? No sabía que venías a esto. Me gané los boletos en la universidad, 2 boletos dobles, vine con mi novia y un amigo," dijo Nikky levantándose y señalando a la chica en el asiento junto a él. "Mirna, te presento a mi profesor de física." La chica se levantó y se acercó a Tadeo para saludarlo. Era muy guapa, muy joven también, rubia de ojos claros. No se veía muy convencida de querer estar en ese lugar. Al lado de ella se levantó la otra chica que iba con el grupo, se presentó a ella misma, y su novio también se levantó para saludarlo. La otra pareja se veía más desaliñada que Nikky y Mirna.

"¿Qué tal? Hector," dijo el muchacho. "Mi novia, Ana."

"Mucho gusto," dijo Ana.

"¿Eres profesor en la universidad?" preguntó Hector.

"En realidad estoy encargado de impartir los cursos de asesoría a estudiantes," contestó Tadeo. "Lo veo cada dos semanas más o menos."

"Eres un burro, Nikky," dijo Hector.

"Es para ser mejor, no por necesidad," contestó Nikky desde el otro lado. "Oye profe, qué buen trabajo es ser asesor, ¡eh! ¡Hasta para venir al box a los mejores lugares!"

"No, no para nada. Me invitó mi amigo Carlos. Él es el que pagó los boletos. ¿Tu crees que voy a poder pagar esto, y aparte la renta con lo que me pagan en la universidad? Bueno fuera que ayudar a burros a entender física fuera tan redituable." Todos se rieron y Nikky levantó los puños como si fuera a golpearlo.

Carlos volteó hacia atrás y también saludó al grupo de muchachos. No tenía muchas ganas de hacer nuevos amigos, menos cuando eran mucho más chicos que él, pero tenía el mínimo grado de cortesía que le obligaba a sonreír y saludar. Todos se sentaron y cada grupo volvió a lo suyo.

Poco tiempo después comenzó la función y el cuadrilátero no volvió a dejar de ser el centro de atención de todos. Hubo 3 peleas antes de la pelea estelar en la que un boxeador mexicano se media contra uno argentino.

En los últimos tres rounds el mexicano recibió dos golpes bajos muy fuertes, uno en el antepenultimo round, en el que el referi paró el combate, y uno más en el ultimo round que el referi no vio y por el que perdió el combate el mexicano. Por ser la pelea en México obviamente la mayoría de la gente que asistió estaba muy enojada, y al final de la pelea empezaron a abuchear.

Carlos, que era muy apasionado, no dejaba de maldecir al referi por no poner atención. Tadeo estaba de su parte y comentaban juntos el hecho. Pero detrás de ellos un Nikky ya muy tomado, y quién tenía una apuesta que le daba el triunfo al argentino, festejaba la victoria del boxeador extranjero.

"No vales nada," le decía Hector.

"Pues valgo más de lo que valía antes de la pelea porque gané $500 dólares con este boxeador," contestó Nikky ya arrastrando un poco las palabras. "Aparte, que no sea joto, un golpe en los huevos no te hace perder una pelea. Imagínate que estuvieras peleando en la calle, ¿apoco vas a pedir que se pare la pelea, o que le quiten un punto al otro? No mames." Esto último lo escuchó Carlos, que también había tomado unas cuantas cervezas, y no pudo evitar contestar.

"¿Cómo vas a decir eso? estás hablando de un deporte profesional, no de luchitas en tu casa. El argentino debió haber sido descalificado."

"Ay sí, no mames, el boxeador tiene que estar preparado para todo. Aparte a mi me han pegado en los huevos y nunca ha sido para tanto," contestó Nikky, y ya todos los veían a los dos sin meterse en la discusión.

"Quiero ver qué te parecería si un boxeador de verdad te diera un golpe directo en los huevos. Estarías llorando como niña. Pero bueno, se me olvida tu edad. A los 15 años tal vez yo también pensaba que los golpes no dolían."

"Tengo 20, güey, y peleo con boxeadores de verdad. Yo si voy a ser boxeador profesional en unos años, ¿tu qué?"

"Pues yo también boxeo niñito," contestó Carlos, acalorado.

"Pues vamos a darnos de chingazos," dijo Nikky al momento en que Hector y Tadeo intervenían para evitar un incidente en ese lugar.

"Cálmate, cálmate, Nikky, nadie se va a dar de chingazos aquí," dijo Tadeo.

"Sí, güey, ya párale," también le dijo Hector. "No te quieras hacer el muy verguita."

"Pues, ¡a ver!, si dice que no aguanto nada, pues que lo demuestre. Vamos a la uni, nos damos un tiro, ahí hay equipo."

Tadeo, agarró a Carlos de un brazo y le dijo, "ya vámonos, cabrón, ni se te ocurra hacer nada tu tampoco."

"Te espero en mi casa, mañana a las 7 de la tarde, niñito, ahí tengo yo un ring y equipo también," le dijo Carlos a Nikky muy confiado. "Vamos a echarnos un sparring."

"¡No!" dijeron al unísono Héctor y Tadeo cuando vieron que a Nikky le parecía buena idea.

"¡Ya quedó, mamón! Dame tu teléfono."

A pesar de que Hector y Tadeo intentaron disuadirlos de que no era una buena idea y tratando de distraerlos para que se les olvidara lo que estaba pasando, Carlos tomó el numero de Nikky y la cita estuvo hecha media hora después.

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Dos días después de la pelea de box Carlos estaba en su casa cambiándose de ropa. Eran las siete de la tarde en punto y quería estar listo para recibir a su nuevo contrincante de box. Nikky había accedido a una sesión de sparring con Carlos en la que la regla no escrita es que podían utilizar golpes bajos contra el adversario. Nikky había dicho que en el box debías de poder soportar golpes a los huevos, y Carlos quería demostrarle lo poco que podía soportar.

Carlos era moreno y siempre se había sentido orgulloso de eso. Nunca le había molestado su color de piel pero había habido ocasiones en que esto había sido motivo de burlas, sobre todo en la escuela. Desde chico aprendió a defenderse y cuando tenía doce años entró a una academia de box. Desde entonces aprendió a pelear con técnica y después de algunas peleas contra bullies en la escuela en las que los hizo pedazos, nadie más volvió a meterse con él ni con su color de piel. Esa era la razón también por la que le habían molestado los comentarios de Nikky. La pelea de boxeo era de un mexicano contra un argentino, y Nikky había apostado al argentino, en primer lugar, pero aparte, después de ganar con dos golpes a los testículos del mexicano, ¡Nikky todavía defendía la victoria de este! Esa era razón suficiente para que Carlos quisiera enseñarle una lección a este muchacho de 20 años que acababa de conocer.

Nikky llegó a las 7:30 pm, puntual. Tocó el timbre y una sonido de chicharra indicó que la puerta se acaba de abrir. La casa a la que llegó Nikky no era lo que él esperaba. Era una casa muy lujosa, con jardín al frente y muy amplia. Desde afuera podía ver dos pisos, y pasillos que daban a la terraza en ambos lados de la casa. No se arrepintió de haber aceptado el reto y tenía mucha curiosidad de conocer el espacio donde iban a pelear.

Entró a la casa, se notaba desde el principio que era muy lujosa sin embargo tenía un estilo sobrio. Un intercomunicador se encendió y escuchó la voz de Carlos: "pásale al sótano, aquí estoy". Cuando volteó a ver a donde estaba el origen de la voz vio una pequeña pantalla y alcanzó a reconocer la cara de Carlos, con el brazo estirado que seguramente estaba presionando un botón. Justo vio eso y la imagen desapareció. Dio un vistazo alrededor buscando las escaleras y las encontró del lado izquierdo. Dio otro vistazo, impresionado por la casa y luego bajó las escaleras. Llegó a un pasillo que terminaba en una puerta. Se acercó a ella y la abrió. Entró a un cuarto amplio en donde había todo tipo de accesorios y artefactos para entrenar. Había pesas, un saco de arena para golpear, una pera de box, bicicleta estática, caminadora un tapete para lucha grecorromana y un ring de tamaño oficial. Nikky estaba impactado. En ese momento quería convertirse en el mejor amigo de Carlos y entrenar ahí todos los días.

"¿Así vas a boxear?" preguntó Carlos interrumpiendo su observación del espacio.

"No, traigo mis shorts," contestó Nikky, y se sintió un poco tonto.

"¡Pues órale! ¡Cámbiate! ¿O vienes a platicar?"

Nikky tomó su mochila y empezó a sacar sus cosas. En realidad ya no quería el sparring, quería ver todo el gimnasio a detalle y preguntarle a Carlos por todas las cosas que tenía ahí. Pero luego se acordó por qué había ido a ese lugar y la discusión que habían tenido en la arena, y sintió de nuevo las ganas de golpear a Carlos.

Nikky iba vestido con unos pants negros y una camisa sin mangas blanca. Sacó sus shorts de boxeo y volteó a ver a Carlos para ver si lo estaba viendo porque estaba a punto de quitarse los pants. Carlos ya estaba listo para boxear, aunque no tenía puestos shorts de boxeo sino unos un poco más ajustados, como si fuera a levantar pesas. Vio que tenía lycras abajo de sus shorts; él también traía lycras bajo sus pants, y no pensaba quitárselas para ponerse los shorts, pero como quiera le daba algo de vergüenza mostrar su bulto.

Finalmente se cambió, se puso sus shorts, sus botas y sus guantes. Vio que en un muro había colgados protectores para entrenamiento: caretas y protector inguinal. Su subconsciente lo traicionó y se le ocurrió preguntarle a Carlos si iban a usar protectores para el sparring.

"¿Qué? ¿Ya estas joteando? ¿No fuiste tú el que dijo que los golpes bajos debían de soportarse en una pelea? ¿Ahora te quieres cubrir tu carita y tus huevitos? No me digas que viniste a hacerme perder el tiempo."

"No, no, está bien, es que estoy acostumbrado a usarlos en la universidad," contestó Nikky.

"No estas en la universidad niñito. ¡Subete al ring!"

Se subieron los dos al cuadrilátero y empezaron a caminar alrededor uno del otro. "Quedamos en que no hay reglas, ¿verdad?" preguntó Nikky ya más metido en la pelea. "Sí, niñito, quedamos en eso. Más específicamente: te puedo deshuevar y me puedes deshuevar y esto no se va a detener," le contestó Carlos.

Nikky se acercó a Carlos tratando de ganar el primer ataque. Estaba molesto por la manera en que lo seguía llamando "niñito" y quería demostrarle que sabía boxear y que le podía ganar. Soltó un combinado de tres golpes, el primero iba a la cara de Carlos, el segundo al estomago y luego un golpe de abajo hacia arriba entre las piernas de Carlos. Carlos se defendió de los tres golpes y ninguno llegó a causar el efecto deseado. Pero contestó con dos golpes que le dieron directo en el estomago y en el riñón a Nikky. Este sorprendido por el dolor que sintió encogió los brazos y trato de cubrirse por lo que no pudo reaccionar cuando Carlos le dio un golpe fuerte y directo a los huevos.

"¡Ooouuuggghhhhh!" gritó Nikky y cayó al suelo. Se llevó los guantes entre las piernas y se encogió. Empezó a respirar rápida pero profundamente. Sintió mucho dolor, pero también sintió mucho coraje.

"¿Ya, fue todo? ¿No que mucho aguante de golpes bajos? Con uno tuviste," se burló Carlos.

Nikky se levantó sin decir nada. Con un guante en los testículos adoloridos, estiró cada una de sus piernas. Saltó tres veces y empezó a rodear a Carlos otra vez. Siguieron boxeando, conectando algunos golpes, Carlos recibió dos golpes en la cara y dos en el abdomen, Nikky esquivó un derechazo a la cara pero no vio venir el guante izquierdo directo a la quijada.

Nikky, ya un poco cansado se dio cuenta de que estaba perdiendo la pelea. Decidió intentar algo. Sin dejar de ver a Carlos y cubriéndose la cara con los guantes arremetió contra él pero en vez de soltar un golpe al cuerpo bajó una rodilla al piso y soltó un golpe que le dio a Carlos justo en su paquete. El golpe fue muy fuerte y Carlos soltó un sonido ahogado de dolor.

"¡Mmmmpphhhhh!" fue lo que escuchó Nikky, y sin perder oportunidad, viendo a Carlos doblarse para cubrirse sus partes, lo golpeó directo en un costado de la cabeza. Carlos se cayó al piso.

Se levantó de la lona en menos tiempo de lo que lo hizo Nikky. También se estaba agarrando la entrepierna pero antes de que Nikky pudiera reaccionar ya estaba con los dos puños en alto y atacando a diestra y siniestra. Los primeros golpes no golpearon directamente como él quería, pero después del tercer golpe Nikky no pudo reaccionar tan rápido y comenzó a cubrirse el cuerpo. Los golpes seguían conectando en el cuerpo encogido de Nikky. Tres veces Carlos conectó en los testículos, en desesperación, Nikky soltó uno solo que dio en el bulto de Carlos y lo obligó a retroceder un poco y agacharse.

Aprovechando que Carlos no estaba cerca, Nikky se hincó para descansar del dolor que estaba sintiendo. Volteaba a ver a Carlos esperando que siguiera recuperándose él también. Los dos estaban doliéndose de los huevos; los tres golpes que conectó Carlos no habían sido con toda la potencia, pero el de Nikky sí.

Nikky estaba viendo a la lona, tratando de recuperar su aliento. Cuando volvió a voltear a ver si Carlos seguía ahí lo que vio fue un guante que volaba a su cara. El golpe lo recibió de lleno y cayó de espaldas a la lona completamente aturdido. Carlos lo vio tirado en el suelo y no dudó en dejar caer su puño forrado con un guante de box directo en los huevos de Nikky.

Nikky soltó un grito de dolor al mismo tiempo que ponía sus manos en sus partes nobles y se levantaba para quedar medio sentado. Carlos no desaprovechó la oportunidad y lo golpeó otra vez en la cara. Nikky quedó tendido en la lona, noqueado.

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Carlos apoyó su guante en la cabeza de Nikky y acercó su cara para verlo. Todavía estaba inconsciente. No creía que hubiera tenido tanto tiempo, suficiente para amarrarlo al saco de arena que colgaba del techo del sótano. Carlos había hecho un buen amarré con lazos que tenía para ajustar el ring.

Cuando Nikky despertó tardó unos segundos para reconocer dónde estaba. Cuando trató de moverse se dio cuenta de que no podía, su cuerpo estaba totalmente inmovilizado. No se dio cuenta entonces pero no tenía sus shorts de boxeo puestos, estaba únicamente con las lycras que llevaba debajo. Carlos estaba frente a él.

"Ya despertó el niñito. Por fin," le dijo viéndolo a los ojos.

"¿Qué haces, Carlos? Suéltame, no mames," dijo Nikky.

"No, no te voy a soltar. Por lo menos no hasta que te dé tu merecido por irrespetuoso," contestó Carlos.

"¿Irrespetuoso por qué? Era sin regl- ¡¡¡oooouuuuuuuuuuuuuughhh!!!" gritó Nikky cuando recibió un derechazo sólido en los huevos. "¡Ayuda! ¡Ayuda! ¡Alguien ayudem- ¡OOOUUGHHH!" Carlos le dio dos golpes más seguidos.

"Cállate, nadie te puede escuchar comoquiera. Si sigues gritando te voy a tener que tapar la boca. Ahora aguántate como hombrecito." Terminando esa frase le pegó tres veces más en los huevos con combinación izquierda, derecha, izquierda.

Nikky gritó y gritó de dolor. Los movimientos que hacía para tratar de soltarse solo lograban que el saco al que estaba amarrado se moviera un poco. Una cadena salía de la base del saco hacia abajo y evitaba que se balanceara.

Carlos comenzó a golpearlo en el estómago. Le dio puñetazos durante 30 segundos seguidos. En cada uno Nikky soltaba un ¡umph! y trataba de ahogar sus gritos. Cuando Carlos se detuvo Nikky comenzó a respirar aceleradamente, solo para detenerse cuando recibió otro par de golpes en los huevos, y su abdomen se contrajo de dolor.

"¿Te parece bien que se permitan golpes bajos en el box ahora?" preguntó Carlos. "¿Crees que los boxeadores se deben de aguantar el dolor?"

"No, perdón, no está bien, suéltame por favor."

"No."

Carlos se acercó a Nikky y le dio un rodillazo fuerte justo entre sus piernas. Nikky comenzó a llorar.

"Awww. Le dolió al niñito."

Carlos se quitó uno de sus guantes, el izquierdo. Acercó esa mano al paquete de Nikky y lo palpó. "Creo que se te inflamaron los huevos." Acto seguido agarró el paquete de Nikky rodeándolo con su mano mientras la cerraba y estirándolo hacia él. Nikky quedó completamente arqueado con los huevos en la mano de su enemigo. El dolor era casi insoportable. Nunca le habían estirado el paquete lejos de su ingle. Se veía redondo y grande. Vio con ojos llorosos cómo la mano derecha de Carlos, la que todavía tenía el guante puesto, tomaba impulso y caía de lleno en su paquete comprometido.

Un trueno de dolor le recorrió todo el cuerpo y comenzó a gritar otra vez. Carlos repitió el movimiento cuatro veces más. El último golpe dejó su guante en el paquete y simplemente aplicó presión. Escuchó con placer como Nikky gritaba mientras sus huevos se aplastaban entre el puño cerrado de Carlos y su guante de box. Carlos movía ligeramente el guante tratando de aplastar todo el paquete completo.

Nikky gritó y gritó. Carlos lo soltó y Nikky regresó a su posicion original, solo para recibir la planta de la bota de Carlos en su paquete lastimado, mientras Carlos aplicar presión otra vez. "Creo que no vas a poder coger este mes, mi querido Nikky. Pero todo esto es para que aprendas a respetar a los compatriotas. La próxima vez, apuéstale al mexicano." Terminando de decir eso quitó su bota del paquete, luego se acercó y con su mano izquierda le agarró los huevos y comenzó a apretarlos, aplicando poco a poco más presión.

"¿Verdad que le vas a apostar al boxeador local?" preguntó sádicamente Carlos mientras aplicaba más presión.

"Si," dijo Nikky llorando, "sí por favor suéltame. ¡Aahhh!"

Carlos le dio un último apretón que hizo gemir a Nikky, luego lo soltó y le dio un puñetazo más con su guante. Nikky volvió a gritar y bajó su cabeza esperando no recibir más golpes.

Carlos caminó atrás del saco y comenzó a desatarlo. Con solo un movimiento de los lazos el nudo que unía todo se deshizo y Nikky cayó al suelo. Carlos se acercó a él y se sentó en sus piernas mientras deshacía todos los otros nudos con los que había amarrado las manos y piernas de Nikky.

Por fin lo soltó por completo y Nikky solo pudo encogerse y poner sus manos entre sus piernas. El dolor de Nikky era indescriptible. No se movió durante algunos segundos. Luego Carlos se acercó a él con la mochila que había llevado. La dejó caer a un lado de Nikky y le dijo: "Lárgate de mi casa."

(para ver fotos la historia con fotos: http://luchayfaules.blogspot.mx/2018/02/sparring-con-el-millonario.html )

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Senaste redigerade 2018-02-21 23:50 av vuvuser
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Kommentarer

1

danilo57 (10)

2023-12-16 07:52

imcreible, que rico ser Nikky "

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